La historia no nos dice cuándo fue que el primer ser humano levantó un palo para revolver y mezclar los primeros alimentos con base en la combinación intencional de ingredientes. Sin embargo, sabemos que la mezcla de alimentos tiene el historial más largo que cualquier mezcla, y comienza con los primeros humanos, hace unos 30 000 años.
Como una especie, hay evidencia de que comenzamos a combinar ingredientes para nuestro propio consumo hace ya 32 000 años. Los investigadores han hallado herramientas de molienda primitivas en Italia, Rusia y la República Checa, que nos demuestran que los primeros seres humanos molían totora, raíces de helecho y granos agrietados de hierbas silvestres con agua en morteros crudos para hacer pastas, similares a gachas o polenta. Esta pasta se comía así, y al tostarla hasta que quedara crujiente sobre una piedra caliente, se convirtió en el primer pan.
Algunos de los primeros dispositivos de mezcla no involucraban ningún utensilio. En cambio, consistían en contenedores hechos a partir del estómago de un animal o bolsas de cuero, y un movimiento de agitación o mezcla para crear algunos de los alimentos procesados más antiguos: el yogur y la mantequilla a partir de la leche de cabra y de oveja. La investigación supone que el proceso se descubrió por accidente hace 8 500 años, cuando la leche de origen animal almacenada en bolsas se mezcló y fermentó parcialmente por el movimiento y el calor del transporte junto a nuestros antepasados nómades en sus viajes.
Pronto, los humanos también comenzamos a usar estas prensas, tinas y cucharas de madera o hueso para mezclar y fermentar granos y frutas para crear cerveza y vino. En Asia, comenzamos a usar cuencos de cerámica en los cuales se revolvía y cocinaba la sopa de pescado. En las Américas, usamos contenedores de batido llenos con granos de cacao molidos y agua para crear una bebida espumosa. Y en el norte de Europa, tanto los Sami como los Vikingos usaban ramitas de abedul para batir los ingredientes.
Sin embargo, mientras que la civilización humana se volvió más avanzada y compleja con el paso de los años, las técnicas de mezcla se mantuvieron durante milenios. No fue hasta un impulso de innovación en el siglo XIX que vimos el nacimiento de nuestra moderna tecnología de mezcla.
A partir de 1856, la batidora de huevos manual revolucionó la mezcla e hizo que las emulsiones a base de huevo, como la mayonesa, fueran más fáciles de lograr. Este dispositivo, de aspecto simple, tiene más de 1 000 patentes diferentes. Luego, en 1885, se concedieron las primeras patentes para los mezcladores eléctricos. El resto, como dicen, es historia.
La innovación en la mezcla industrial continúa acelerándose desde entonces. Hoy en día, dependemos de tecnologías de mezcla cada vez más avanzadas, desarrolladas para lograr la eliminación de aire y el tamaño más pequeño de partícula, tan pequeño como un micrón, para obtener mayor calidad y estabilidad de los alimentos y las bebidas, y mayor eficiencia y flexibilidad para mezclar una amplia gama de productos en una sola pieza de equipo.
Regla que muestra el tamaño de un micrón.
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