La historia de Tetra Pak en Colombia no comenzó, como suele suceder con otras compañías, con la reapertura de grandes oficinas.
La punta de lanza de su ingreso al país fue, en realidad, una máquina de procesamiento y envasado de leche, que trajo para uno de sus clientes en julio de 1992. Ese es, de lejos, el primer hito de la empresa en Colombia, pues fue la forma en que pisó con firmeza nuestro territorio por primera vez.
Era la época de la famosa “apertura económica”, que puso al país de cara a un nuevo modelo de internacionalización de su economía y diversificación de las exportaciones, y estimuló el ingreso de compañías como Tetra Pak.
De hecho, el año siguiente (1993) abrió sus primeras oficinas en Colombia, en el World Trade Center (WTC) de Bogotá.
Carlos Álvarez, ingeniero mecánico y actual gerente de actualización de operaciones para las Américas, ingresó en marzo de 1996 para asumir las labores de ingeniería del área de Processing: “Tetra Pak era una empresa que recién empezaba en Colombia, y si bien estaba muy bien posicionada en todo el mundo, aquí era desconocida a nivel comercial. Toda la compañía en el país sumaba 16 o 17 personas. Nuestra tarea, nuestro foco, era entender a los clientes y empezar a abrir mercado con los más importantes; entonces ya teníamos relaciones comerciales con empresas como Alpina y Postobón y algunos de los productores lácteos grandes, como Alquería y Colanta”, recuerda Álvarez. Y agrega: “Todos éramos muy jóvenes, unos ‘peladitos’. Quizá el mayor de todos tenía 35 años”.
Yaima Álvarez, especialista en soporte de ventas, también se incorporó a la compañía en enero de ese año, como auxiliar de contabilidad. “La empresa estaba ubicada en un espacio pequeño, en una ‘muelita’ del segundo piso del WTC. Recuerdo que éramos pocos y que la empresa entera podía reunirse en torno a una mesa a conversar, a planear o a celebrar los logros. El espíritu de compañerismo y el sentido de responsabilidad eran inmensos. Luego empezamos a crecer y al cabo de un tiempo las oficinas de Tetra Pak se habían ‘tomado’ prácticamente todo el segundo piso”.
A la apertura de las oficinas en Colombia, donde funcionó la compañía hasta el 2018, se sumó otro hito: la puesta en marcha, en 1997, de la primera planta de envases semiterminados de la compañía, en la zona franca de Fontibón, en Bogotá.
Carlos Álvarez recuerda que, a pesar de todos los esfuerzos, la planta cerró en el 2004, porque la operación no era sostenible: “Se importaba el material de los envases semiterminados y en la fábrica se imprimían y se cortaban; el propósito era mejorar los tiempos de entrega para nuestros clientes. Pero el modelo finalmente no funcionó”, dice.
Javier Rivera, ingeniero industrial y actual Key Account Director de Sudáfrica, ingresó en esa época, hace 20 años. Hizo parte de la etapa de transición entre contar con una planta y no tenerla: “Empezamos a guardar inventarios para los clientes y eso se salió de control; se acumuló una gran cantidad que nos llevó a enfrentar riesgos de pérdida y vencimientos. Teníamos que resolver eso. En ese punto me dieron la primera posición de liderazgo que tuve en la empresa”, dice.
Cuenta que con su equipo desarrolló un nuevo modelo de abastecimiento, que partía de la instrucción del MD de entonces, Adolfo Orive (actual presidente y CEO de Tetra Pak global), de entregar a los clientes lo que pedían, para no guardar inventarios. Como director de Costumer Services tenía a su cargo el tema logístico y tuvo que movilizar al equipo comercial para explicar a los clientes el nuevo modelo e integrarlos a él. Fue un trabajo de ocho meses, que Javier recuerda con cariño, por el reto que representó.
Otro momento trascendental en el crecimiento de la compañía en Colombia se dio, de acuerdo con Carlos Álvarez, en el 2000: “Ese año se produjo la integración de Colombia con otro mercado: Ecuador; es bueno recordar que en 1997 ya se había formado una primera ‘región’, fruto de la integración de Brasil, Venezuela y Colombia. Se llamaba Braveco, pero se desintegró tan pronto que hoy pocos recuerdan el antecedente. En el 2009 se formó el mercado Norte Andina, del que hacían parte Venezuela, Colombia y Ecuador. En el 2011 se integró la operación Perú-Bolivia, que dio origen a Andina”, recuerda.
Carlos y Javier coinciden en destacar el gran impacto que tuvo para la empresa en Colombia la gestión de Adolfo Orive, entre septiembre del 2000 y diciembre del 2004. Señalan que su lineamiento fue claro desde el comienzo: “Masificar nuestro producto, crecer y crecer rápido… en ese año empezó a cambiar el modelo de negocio para poder implementar más líneas de envasado; se instaló la infraestructura necesaria para permitir el crecimiento de la venta de envases. Debo decir, sin embargo, que no crecimos en Colombia como se esperaba, dado que en la cultura nacional está muy arraigado el consumo de leche en bolsas; además, al comienzo los clientes posicionaron la leche en caja como un producto premium, que resultaba más costoso”.
Estos factores ralentizaron el desarrollo del mercado de leche en caja, que se compensó en parte gracias al trabajo con los clientes que comercializan jugos y otras bebidas. Pero en el 2015 los supermercados D1 lanzaron la propuesta (y el reto) de venderla en sus almacenes, al mismo precio del lácteo en bolsa. “Esto nos llevó a revisar y a ajustar toda nuestra cadena de valor para conseguirlo. Y así fue. Desde entonces nuestra participación no ha dejado de crecer”, señala Carlos.
Por esta razón, Javier Rivera considera que el potencial de Tetra Pak en el mercado nacional es todavía enorme. De hecho, lo equipara con un león dormido, si se tiene en cuenta que la producción y el consumo de leche en el país son grandes. Y dice: “El reto sigue estando ahí”.
Javier, quien se proyecta dentro de la compañía muchos años más, destaca la libertad como el principal valor de Tetra Pak y uno de los que más ha incidido en su crecimiento y desarrollo profesional: “Libertad para hacer, para desarrollar y hasta para equivocarse. Es un valor que sigue presente; lo viví y hace parte de su herencia. Aunque ha cambiado mucho, sigue siendo una empresa muy cercana a la gente”.
Para Carlos Álvarez, Tetra Pak Colombia es una compañía en la que las oportunidades de crecer y desarrollarse profesionalmente son muy grandes, “el límite lo pone uno mismo -dice-, lo que hace falta es tiempo y manos para poder hacer más cosas, es todos sus frentes de trabajo: el técnico, el comercial, el de mercadeo, el de sostenibilidad… El principal beneficio que he tenido durante todos estos años en la compañía ha sido la oportunidad de crecer, de aprender, de conocer clientes, formas de trabajo, otras culturas. Es una puerta abierta al infinito y más allá”.
Yaima Álvarez lo reafirma: “Si algo tengo claro es que jamás dejas de aprender en Tetra Pak, una empresa que te exige ir a su ritmo; aquí el cambio nunca se detiene. Hoy, por ejemplo, es el New Chapter… Y mañana tendremos que ajustarnos a una nueva estrategia. Desde cualquier área en la que tenga la oportunidad de estar, voy a seguir aportando con toda mi experiencia y compromiso al crecimiento y sostenibilidad de esta gran empresa”.