Los productos refrigerados, o de cadena de frío, se caracterizan por la necesidad de refrigeración, ya que son productos en los que el deterioro microbiano es el factor predominante que limita su vida útil.
Los productos refrigerados, o de cadena de frío, deben distribuirse y almacenarse por debajo de 8 °C, ya que no se consideran comercialmente estériles. Pero temperaturas más bajas, como 6 °C o incluso 4 °C, pueden mejorar significativamente el periodo durante el cual el producto conserva sus características sensoriales, químicas, físicas y microbiológicas deseadas, y mantiene una calidad aceptable para el consumo desde el punto de vista de la seguridad.
Los canales de distribución suelen estar determinados por el modo en que se ha procesado el producto. Los productos destinados a la distribución a temperatura ambiente se someten a un procesamiento más riguroso para garantizar su esterilidad comercial. Sin embargo, esto no es adecuado para determinadas categorías de productos; por ejemplo, el yogur refrigerado, que contiene cultivos de bacterias vivas y saludables. Otros, como varios productos fermentados, funcionan mejor como oferta refrigerada, pero están disponibles en envases a temperatura ambiente en algunos mercados (aunque esto hace que el producto pierda algunos de sus beneficios inherentes debido al procesamiento más riguroso requerido).
Los productos diseñados para no ser estériles (por ejemplo, los que incluyen bacterias vivas) o que se benefician de un procesamiento menos riguroso, son más adecuados para la distribución refrigerada o en cadena de frío.
Con los envases refrigerados o de cadena de frío, el producto no es comercialmente estéril y, por tanto, debe mantenerse refrigerado por debajo de 8 °C o, para ser distribuido y almacenado a temperatura ambiente, los envases asépticos o a temperatura ambiente deben mantener un entorno comercialmente estéril mediante la inclusión de un material de barrera adicional.
En general, los productos refrigerados se consideran más frescos, naturales y saludables que los productos a temperatura ambiente, aunque esta percepción varía de un mercado a otro y de una categoría a otra.
Y el hecho de que un producto se perciba como refrigerado o a temperatura ambiente depende principalmente del lugar de la tienda en el que se encuentre: los consumidores suelen dar por hecho que los productos del gabinete refrigerado o del frigorífico están refrigerados, aunque en realidad sean productos a temperatura ambiente comercialmente esterilizados.
Esto varía en función del segmento de consumidores, la categoría de producto, la ocasión de uso y el país. Pero, en general, los consumidores buscan un envase que maximice su experiencia de consumo, tanto emocional como funcionalmente.
La funcionalidad es la clave. Los consumidores quieren una apertura que parezca segura y que sea fácil de entender cómo funciona. También buscan una que sea fácil de agarrar, fácil de abrir sin demasiada fuerza y que se pueda volver a cerrar, para que el producto no gotee una vez que se ha vuelto a cerrar (especialmente relevante para envases y productos para llevar).
Los envases de cartón protegen de la luz natural, lo que es importante cuando se trata de productos lácteos y su vida útil. Su huella de carbono también suele ser menor en comparación con los envases de plástico fósil equivalentes, y su forma puede agregar eficiencia a la distribución: las formas cuadradas o rectangulares son más eficientes para apilar, almacenar y transportar en comparación con las botellas o bolsas de plástico circulares u ovaladas.
Actualmente esto no es posible, pero lo será en cierta medida con la próxima generación de máquinas de llenado TT/3.
Hay muchos factores a tener en cuenta en relación con la vida útil de los productos refrigerados o de la cadena de frío. Sin embargo, se ven afectados principalmente por la calidad de las materias primas, la carga microbiológica inicial, los niveles de acidez, el método de procesamiento, la higiene, los niveles de temperatura, la línea de envasado y el envase, y las condiciones de almacenamiento y distribución.
Para el transporte, generalmente en distancias cortas, se utilizan camiones especiales refrigerados, mientras que el almacenamiento en frío en almacenes es necesario antes de la entrega y la exhibición en tienda.
Desde el punto de vista del productor, los productos refrigerados suelen ofrecer márgenes más elevados, ya que conllevan cierto grado de calidad premium; además, los productos refrigerados pueden ayudar a reforzar los valores y el posicionamiento de la marca.
Desde el punto de vista del consumidor, los productos refrigerados se perciben como más saludables (por ejemplo, si contienen bacterias vivas o probióticos), más naturales (es decir, menos procesados) y, por tanto, más "frescos". Como ya se ha señalado, esta percepción varía de un mercado a otro y de una categoría a otra.